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Plumilla de CútarSu posición geográfica ha favorecido la presencia del hombre en estas tierras desde la época prehistórica, sobre todo en las terrazas del río de la Cueva y la Peña del Hierro.

No obstante, los primeros datos que se conocen del asentamiento actual corresponden a la época árabe, allá por el siglo X, como una alquería dercana al Hins Acut, de donde proviene su nombre, que significa castillo agudo, y hace referencia a un castillejo, destruido por Abderramán III al reprimir la sublevación de Ibn Hafsun, y a cuyo cobijo surgió el pueblo.

Ya en esos lejanos tiempos, la fresca vertiente que hoy llamamos Fuente del Paraíso, brindaba sus saludables aguas y convocaba a los primeros cutareños. Formó parte de la Ta’a de Comares, al amparo de su castillo, muy próximo, y desde el cual se divisan perfectamente sus tierras.

Después de un silencio de siglos, las crónicas vuelve a hablar de Cútar en el siglo XV, dando cuenta de los Repartimientos efectuados tras la conquista de la Axarquía por los Reyes Católicos, en 1.487. Gozó, como toda la zona, de gran prosperidad económica, gracias fundamentalmente a la exportación de la pasa, hasta la rebelión morisca, tras la cual corrió la misma suerte que otros pueblos de la zona.

Unos años antes, en 1.483, la zona fue escenario de las escaramuzas de la legendaria Batalla de la Axarquía, y en sus barrancos yacen aún centenares de cristianos, que según la tradición están custodiados por el "ave de la muerte".

La tradición oral cuenta que en los campos del entorno se producían extrañas muertes y que fue un cazador quien desveló el misterio. Una noche el cazador se vio sorprendido por una aparición en forma de ave que se convirtió en mujer, quién se llevó al cazador a un palacio de cristal situado en una cueva en lo más profundo de una cañada. Una vez en el interior, el cazador descubrió en una habitación los cuerpos de los desaparecidos en extrañas circunstancias. Para salir de allí, le dijo a la mujer que quería ver las estrellas, fuera esgrimió su daga como si fuera una cruz y así salió vivo de su aventura.

Los moriscos cutareños participaron del lado cristiano en las famosas revuletas de Ronda y las Alpujarras, pero eso no impidió que fueran deportados en 1.570, siendo repoblada la villa con "cristianos viejos".

Con el tiempo, en las cercanías del núcleo principal se desarrollaron varias aldeas, como Salto del Negro, La Zuia, Huerta Palacios, Monte de los Frailes, Cuesta del Azúcar, Peña de Hierro o La Molina (donde se conserva un primitivo molino que le da su nombre).

Los cutareños guardan celosamente la memoria de sus orígenes, y es por ello que se celebra cada año la "Fiesta del Monfí", para recordar la cultura andalusí.